lunes, 12 de julio de 2010

Un sueño desde niño

Por María Ávila Pascual

La madrugada llegaba a su fin y los primeros rayos de sol despertaban a Jaime, fue ahí cuando se dio cuenta de que todo lo que en su cabeza había rondado durante las últimas horas había sido sólo un sueño.

Aunque esto sólo había sido un sueño, su cuerpo sentía sus estragos, tenía frío, estaba cubierto con toda la cobija que tenía en la cama y el cansancio era dueño de su cuerpo. Pero esto ya no le importaba sino que ansiaba con realizar lo que en aquel sueño había vivido: escalar y alcanzar el techo del mundo.

Fue este su despertar en una mañana de enero, y cual sería su sorpresa cuando, bajo el abeto que habían instalado en casa, encontró un gran paquete con una vieja, húmeda y estropeada carta.
La carta decía: …

"Pronto alcanzarás mi cima y espero que esto te sirva de gran ayuda".

Fue así como él comenzó su sueño, el de escalar el Everest, el cual desde que era un niño soñaba cada noche con alcanzarlo y al amanecer despertaba con este maravilloso y placentero sueño.

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