Por Miguel Baró
No sé si me estaré precipitando al escribir esto en un diario y dejarlo a la mano de cualquier persona que lo encuentre en un futuro ya que los políticos se están tomando esto demasiado en secreto y a los ciudadanos como es normal nos están contando chorradas que nadie se llega a creer.
No quiero alarmaros ni destapar nada importante o peligroso, pero os voy a contar en todas las hojas que me sea posible lo que estoy viendo día tras día en mi barrio, donde habitualmente no ocurren cosas que ahora sí que están ocurriendo diariamente y eso me asusta muchísimo la verdad.
Eran las 6:13 H de la madrugada y un estruendo en el cielo despertó a todo el vecindario, por lo menos a la mayoría que rápidamente salieron a la calle para ver que estaba ocurriendo.
José, el hombre con problemas mentales que todos adoraban tenía una pistola en la mano y acababa de disparar a un guardia de seguridad que patrullaba las calles desde que todo esto comenzó.
Tenía los ojos vueltos y el pelo no era ni siquiera pelo, tenía una capa roja de sangre con una mucosidad un tanto asquerosa que a mí por lo menos no me pareció normal ver en el cuerpo de aquel guardia de seguridad.
A los cinco minutos llegó la policía y se llevó a José en un coche y seguido de ellos los SWAT que rápidamente rociaron al guardia de gasolina y le prendieron fuego.
¿A que no os podéis ni imaginar que le ocurrió al cuerpo?
Yo la verdad es que me quedé como bloqueado cuando vi que el cuerpo se derritió muy pero que muy rápido al haberle prendido fuego y eso si que no era normal en un cuerpo humano.
Nos mandaron a todos entrar en nuestras casas y no salir bajo ningún concepto a no ser que estuviéramos acompañados por un guardia de seguridad o un policía de la ciudad.
Tampoco podíamos abrir la puerta a nadie, pero eso no llegué a comprenderlo hasta el día en que vi la sombra negra en el cielo.
Eso ocurrió la mañana del día 13 de Diciembre de 2049, el mismo día que cumplí 17 años y el mismo día que mi madre murió de un infarto por haber inalado un gas tóxico que rondaba todos los días desde que pasó lo de José y el guardia.
La puerta sonaba, toc toc, toc toc, nadie quería abrir, todos estaban consternados en esos momentos por la muerte de mi madre y la verdad es que el único que tuvo el valor de acercarse a la puerta fue mi perro Rufo que ladraba y ladraba sin importarle nada.
Varias veces le mandé callar, pero no hacía caso.
En la puerta, la figura de la sombra negra parecía la de un humano, pero no lo era, hacía un ruido raro y conseguía que las luces parpadearan y las paredes y el suelo se moviera.
Nos alejamos lo más que pudimos de la puerta y mi padre encendió el televisor para ver qué demonios estaba pasando ahí fuera y por qué nos tenían encerrados como a perros salvajes en nuestras casas.
En la tele sólo se podía ver una cosa, en todos y cada unos de los canales aparecía el mismo mensaje escrito dentro de un círculo.
Precaution, lo que es igual a Precaución.
Justo debajo se podía leer en pequeñito…
Mensaje de los Estados Unidos de América.
En aquel momento me quedó muy claro a mí y a todos que pasaba algo y evidentemente era algo grave.
Ahora aquí estoy, ocho años después y escribiendo un resumen del guión de mi vida, que sin duda ha sido espantosa desde que comenzó esto.
En estos momentos me encuentro dentro de un trozo de una tubería de alcantarilla que hay en un descampado que antes era un campo de futbol, pero que ya no es más otro de los muchos sitios que ha quedado devastado por las sombras negras, algo que a muchos no le ha quedado muy claro que son realmente o que están buscando.
Me dan miedo, sé que no son humanos y que no han venido para hacer el bien. Buscan algo y temo que sea a mí.
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